Algo de...
LOS SILENCIOS Y LAS VOCES DE AMERICA LATINA


Martí, Yrigoyen, Scalabrini Ortiz, Perón…

“En una actitud crítica frente a los esquemas conceptuales oficializados, buscaron el diálogo con los oprimidos afrontando el reto de crear sus propios instrumentos teóricos, de romper con los cánones establecidos, de negar la supuesta autoridad de los iluminismos despreciativos de lo popular. Decididos a quebrar las máscaras de charreteras y togas que denunciaba Martí, a buscar la virginidad mental que pedía Raúl Scalabrini Ortiz porque:

Todo lo que nos rodea es falso e irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran… Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos.

La fortaleza de esas redes culturales e identidades que actúan como sustento de los proyectos políticos; el reacomodamiento en las relaciones entre las potencias del Norte y la declinación de la hegemonía norteamericana; las tendencias hacia la feudalización del capitalismo y la pérdida de vitalidad expansiva del Occidente central; los paradigmas tecnológicos emergentes y la creatividad potencial que puede ser volcada en este reto histórico, están gestando nuevas condiciones favorables para las vertientes populares de América Latina. Pero es necesario remover la desesperanza y el dolor que produjo en nosotros la dramática restauración conservadora iniciada en los años setenta. Paliar las secuelas de la represión y el terror. Recomponer las organizaciones y las representatividades sociales, hostigadas por el estallido de las estructuras socioeconómicas, los despliegues comunicativos neoliberales y los travestismos políticos “modernizantes”. Es preciso preguntarnos:

¿Dónde está la intelectualidad iracunda que se haga voz de este pueblo famélico? ¿Dónde están las militancias políticas que armen a los latinoamericanos de una conciencia crítica esclarecida sobre nuestros problemas y decidida a pasar para atrás tantos siglos de padecimiento? Frente al silencio ruidoso de esas voces de indignación, lo que prevalece es el entorpecimiento producido por los medios. Y la inclinación casi irresistible de tantos subintelectuales de culpar a los noños del pueblo por su fracaso en la escuela; de atribuir el hambre a la imprudencia de la población; de acusar a los enfermos como culpables de sus males por falta de higiene o negligencia… Lo que nos sobra en estos tristes días son las voces de irresponsables, sólo sensibles a los intereses minoritarios y a las razones del Lucro. Ribeiro, Darcy: O Povo Latino-Americano.

Si bien todo balance de los sucesos históricos obliga a plantear las relaciones dialécticas existentes entre las transformaciones y las líneas de continuidad, consideramos posible afirmar que, mas allá de las distancias tecnológicas entre los barcos a vela y los sistemas flexibles de producción, en cada uno de los períodos de cambio, similares al que estamos transitando –la etapa de la Independencia, las últimas décadas del siglo XIX, la Primera o la Segunda Guerra Mundial- se formularon en América Latina dos grandes opciones polares como respuestas potenciales frente a las nuevas realidades. Hidalgo y Morelos, Bolívar, San Martín, Artigas, con diversos matices y profundidad, promovieron proyectos de reivindicación social y consolidación autónoma del continente. Frente a ellos, Rivadavia, Iturbide y otros representantes de las clases señoriales, articularon modelos de subordinación neocolonial, con una alta concentración de los privilegios y un desprecio absoluto hacia esas mayorías que no eran consideradas “gente decente”. A fines del siglo XIX y comienzos del actual, Solano López, Martí, Alem y más tarde Irigoyen, Villa o Zapata enfrentaron los proyectos neocoloniales: alrededor de la Segunda Guerra lo hicieron Cárdenas, Vargas, Perón; y después Fidel Castro, Goulart, Torres, Velasco Alvarado, Allende, nuevamente Perón, Torrijos o el Frente Sandinista de Liberación.

Ante los altos niveles de marginación que conllevan y el papel que imponen a los países del Tercer Mundo, consideramos que el capitalismo se ha de volver inviable económica, social y políticamente para estas regiones en la nueva era que se abre. (Amin Samir)

La altísima polarización de las riquezas gestada por las “leyes” capitalistas plantea graves obstáculos a la estabilidad política y social frente a los 4.600 millones de seres humanos condenados al hambre, la miseria y la falta de horizontes por la lógica de esa acumulación. Comprometidos en su mutua competencia, los polos más dinámicos del capitalismo central se muestran incapaces de dar respuestas al Sur que no signifiquen mayor expoliación, degradación, sufrimiento y violencia. El gráfico de las Naciones Unidas es suficientemente ilustrativo de esta carencia de propuestas y de la necesidad de la feudalización capitalista. A su vez, el salto cualitativo en la productividad y los ritmos permanentes de producción que impone la rápida obsolescencia de las tecnologías de avanzada, requieren de un crecimiento de los mercados que es antagónico con la concentración de los ingresos en sólo el 20% de la población mundial.

Las formas de reconversión tecnológica produjeron desplazamientos de mano de obra y movimientos poblacionales de gran magnitud, debido a los proyectos político-económicos de exclusión social que acompañaron en Europa la implantación de ese paradigma productivo:

En principio, una máquina debía hacer rápidamente lo que varios operarios hacían con lentitud; pero eso no significaba que esos operarios trabajaban menos y vivieran mejor, como no era absolutamente absurdo suponerlo. Por el contrario, aunque muchos de ellos trabajaron menos o dejaron de trabajar del todo, no pudieron vivir mejor porque pasaron a la triste categoría de desocupados sin que nadie se interesara en hacerlos participar en alguna medida en los beneficios que la máquina traía consigo. Romero José Luis: El ciclo de la revolución contemporánea.

Asi, pensar nuevos caminos en América Latina, con la convicción de que todos los que habitan este continente son humanos, significa retomar algunas claves de la historia para mirar críticamente hacia el futuro. Acercarnos a las fuentes de las cuales se nutren las actualizaciones ideológicas y los proyectos políticos. Apelar a la memoria.”